Ver a tu pequeño regurgitar un poco de leche después de comer es tan habitual que las muselinas se convierten en una extensión de tu brazo. Sin embargo, cuando esas «bocanadas» son constantes, abundantes y tu bebé parece incómodo o irritable, es normal que te preocupes. ¿Es normal? ¿Le duele? ¿Estoy haciendo algo mal?
La respuesta corta es: tranquilidad. El reflujo gastroesofágico es extremadamente común en los bebés y, en la mayoría de los casos, es una fase pasajera que no reviste gravedad. En este artículo vamos a desmitificar el reflujo, darte herramientas prácticas para aliviarlo y ayudarte a entender cuándo es simplemente una etapa y cuándo requiere una visita al pediatra.
¿Qué es exactamente el reflujo gastroesofágico en bebés?
Imagínalo de forma sencilla: el sistema digestivo de tu bebé todavía está en «prácticas». La válvula que conecta el esófago con el estómago, llamada cardias o esfínter esofágico inferior, aún es inmadura. A veces, no cierra del todo bien, lo que permite que parte del contenido del estómago (leche y ácidos gástricos) suba de nuevo hacia el esófago y, en ocasiones, hasta la boca.
Esto es lo que conocemos como reflujo gastroesofágico. La mayoría de las veces se trata de un reflujo fisiológico, es decir, normal y parte del desarrollo. Son las típicas regurgitaciones que no parecen molestar demasiado al bebé y que no afectan a su ganancia de peso.
Solo en un pequeño porcentaje de los casos hablamos de Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (ERGE), donde el reflujo es más severo, causa dolor, irritación en el esófago (esofagitis) y puede interferir con la alimentación y el crecimiento. Pero, insistimos, esto es lo menos frecuente.
Síntomas comunes del reflujo en lactantes
Aunque la regurgitación es el signo más evidente, el reflujo puede manifestarse de muchas otras formas. Si reconoces varias de estas señales, es probable que tu bebé lo esté experimentando:
- Regurgitaciones frecuentes: El síntoma estrella. Puede ser una pequeña bocanada o una cantidad más considerable.
- Irritabilidad y llanto: Especialmente durante o justo después de las tomas. El ácido puede causar una sensación de ardor.
- Postura arqueada: Muchos bebés se arquean hacia atrás durante o después de comer, en un intento de aliviar la molestia.
- Hipo y tos frecuentes: La irritación en el esófago puede provocar estos reflejos.
- Problemas para dormir: Acostarse en horizontal puede empeorar el reflujo, haciendo que le cueste conciliar el sueño o se despierte a menudo.
- Rechazo del alimento: Si asocia comer con el malestar, puede que se muestre reacio a tomar el pecho o el biberón.
Consejos prácticos para aliviar el reflujo de tu bebé
La buena noticia es que hay muchas cosas que puedes hacer en casa para minimizar el reflujo y mejorar el bienestar de tu bebé. Son medidas posturales y de alimentación muy sencillas.
La postura es clave: antes, durante y después de la toma
Mantén a tu bebé en una posición lo más vertical posible mientras come. Ya sea con pecho o biberón, evita que esté completamente tumbado. Esto ayuda a que la gravedad haga su trabajo y la leche baje correctamente.
Después de la toma, mantenlo erguido contra tu hombro o en tu regazo durante al menos 20-30 minutos. Sabemos que es tentador acostarlo justo después de que se quede dormido comiendo, pero este pequeño esfuerzo marca una gran diferencia. Evita los juegos bruscos o sentarlo en una hamaquita que le presione la barriga justo después de comer.
Para dormir, puedes elevar ligeramente la cabecera del colchón de la cuna (unos 30 grados). ¡Ojo! Nunca uses almohadas directamente con el bebé. La forma segura de hacerlo es colocando una toalla enrollada o unas cuñas específicas debajo del colchón.
Ajustes en la alimentación
A veces, menos es más. Prueba a ofrecerle tomas más pequeñas pero más frecuentes. Un estómago demasiado lleno es más propenso a devolver el exceso.
Ayúdale a expulsar los gases. Haz pausas durante la toma para que eructe y asegúrate de que lo hace bien al terminar. Menos aire en el estómago significa menos presión y, por tanto, menos reflujo.
Si usa biberón, revisa que el flujo de la tetina sea el adecuado. Un flujo demasiado rápido puede hacer que trague mucho aire y coma demasiado deprisa.
El ambiente y otras consideraciones
La ropa también importa. Evita pañales o prendas que le aprieten la cintura y el abdomen, ya que esa presión extra puede favorecer el reflujo. Opta por bodies y pantalones cómodos y holgados.
Este consejo es útil para muchas facetas de la crianza: crea un ambiente tranquilo para las tomas. El estrés o la sobreestimulación pueden hacer que el bebé coma con más ansiedad, tragando más aire.
Reflujo, cólicos del lactante y otros desafíos comunes
Ser padres primerizos es una montaña rusa de emociones y dudas. El reflujo a menudo se solapa o confunde con otro gran protagonista de los primeros meses: los cólicos del lactante. El llanto inconsolable, la irritabilidad y la carita de dolor pueden ser síntomas de ambos, lo que genera mucha confusión. Mientras que el reflujo se relaciona con la devolución de leche, los cólicos del lactante se definen como episodios de llanto intenso y prolongado sin una causa aparente, generalmente por la tarde-noche.
Es importante entender que estas situaciones son parte del paquete. Mientras buscas la mejor postura para evitar el reflujo, es posible que también estés lidiando con una dermatitis del pañal que requiere cambios frecuentes y cremas específicas. O quizás te preocupe esa especie de caspa amarillenta en su cabeza, que no es más que la inofensiva costra láctea. Afrontar los cólicos del lactante o una dermatitis del pañal persistente puede ser agotador, pero son baches en el camino.
La costra láctea, por ejemplo, aunque antiestética, no molesta en absoluto al bebé. Al igual que el reflujo fisiológico, la costra láctea tiende a desaparecer por sí sola con el tiempo y unos cuidados básicos de higiene. Lo mismo ocurre con la mayoría de casos de dermatitis del pañal: un buen secado y una crema barrera suelen ser suficientes. El mensaje es que el cuerpo de tu bebé está aprendiendo a funcionar, y estos pequeños desajustes son la prueba de ello.
¿Cuándo debería preocuparme y consultar al pediatra?
Aunque el reflujo suele ser benigno, hay ciertas señales de alarma que indican que es momento de pedir cita con el pediatra para descartar una Enfermedad por Reflujo (ERGE) u otro problema. Según fuentes de referencia como la Asociación Española de Pediatría (AEPED), debes consultar a un profesional si observas:
- Pérdida de peso o escasa ganancia: Si el bebé no está creciendo al ritmo adecuado.
- Vómitos violentos o «en proyectil»: Especialmente si son de color verdoso, amarillento o contienen sangre.
- Rechazo sistemático del alimento: Si se niega a comer y llora desconsoladamente al intentarlo.
- Dificultades respiratorias: Si notas que deja de respirar por segundos (apnea), tiene tos crónica o escuchas «pitos» en su pecho.
- Llanto extremo e inconsolable: Un llanto que te suena a dolor agudo y que no se calma con nada.
Tu pediatra es tu mejor aliado. Él o ella evaluará al bebé y, si lo considera necesario, podría recomendar leches de fórmula especiales (espesadas o «AR») o, en casos muy concretos, algún tratamiento farmacológico, tal como se explica en guías médicas como la de MedlinePlus.
En resumen, el reflujo es una etapa más en el desarrollo de muchísimos bebés. Con paciencia, aplicando estos consejos y observando a tu pequeño, lo más probable es que las regurgitaciones vayan disminuyendo a medida que su sistema digestivo madura, generalmente entre los 6 y los 12 meses.
Recuerda que estás haciendo un trabajo increíble. Confía en tu instinto, no dudes en buscar apoyo y, sobre todo, disfruta de esta etapa única, ¡con muselina en mano
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Preguntas Frecuentes
Q: Mi bebé tiene mucho reflujo por la noche. ¿Puedo ponerle una almohada para que duerma más incorporado?
A: No, nunca se deben usar almohadas ni cojines directamente con un bebé debido al alto riesgo de asfixia y el síndrome de muerte súbita del lactante. La forma segura de elevar su postura es colocar una toalla enrollada o cuñas específicas debajo del colchón de la cuna para crear una ligera inclinación.
Q: Mi bebé tiene 4 meses y mucho reflujo. ¿Cuándo empezará a mejorar y desaparecerá por completo?
A: El reflujo fisiológico suele alcanzar su punto máximo alrededor de los 4 meses. Generalmente, comienza a mejorar a partir de los 6 meses, cuando el bebé se sienta y su sistema digestivo madura. En la mayoría de los niños, desaparece por completo entre los 12 y 18 meses de edad.
Q: Mi bebé regurgita mucho pero también llora sin consuelo por las tardes. ¿Puede tener reflujo y cólicos a la vez?
A: Sí, es muy posible y bastante común que un bebé sufra de reflujo y cólicos del lactante al mismo tiempo. Los síntomas como la irritabilidad y el llanto pueden solaparse, aunque el reflujo se asocia a la devolución de leche y los cólicos a episodios de llanto intenso sin una causa aparente, sobre todo por las tardes.