«Mamá, me duele la tripa». Si tienes hijos, es probable que esta sea una de las frases que más escuchas. A veces es una excusa para no comerse las verduras, pero otras, hay una causa real detrás. Y cuando ese dolor aparece de forma recurrente después de tomar leche, un yogur o un trozo de queso, es normal que salten las alarmas y te preguntes: ¿podría ser intolerancia a la lactosa?
La preocupación es lógica. Queremos que nuestros peques crezcan sanos y felices, y verlos sufrir por algo tan básico como la comida es frustrante. Pero ¡que no cunda el pánico! La intolerancia a la lactosa es más común de lo que parece y, con la información correcta, es perfectamente manejable.
Vamos a desgranar juntos qué es, cuáles son sus señales y cómo actuar.
¿Qué es Exactamente la Intolerancia a la Lactosa?
Para entenderlo de forma sencilla, imagina que la lactosa es un terrón de azúcar muy grande que está en la leche y otros productos lácteos. Nuestro intestino, para poder absorber ese azúcar y usarlo como energía, necesita una «tijerita» especial que lo corte en trozos más pequeños. Esa tijerita se llama lactasa.
Una persona con intolerancia a la lactosa no tiene suficientes tijeritas (lactasa) para cortar todo el azúcar (lactosa) que consume. ¿Y qué pasa con la lactosa que no se corta? Pues sigue su camino por el intestino hasta llegar al colon, donde las bacterias se dan un festín con ella. Este proceso de fermentación es el que provoca todos los síntomas molestos.
¡Ojo! No es lo mismo que la alergia a la leche. Es un punto clave. La alergia es una reacción del sistema inmunitario a las proteínas de la leche, y puede ser mucho más grave (urticaria, problemas para respirar…). La intolerancia, en cambio, es un problema digestivo. Molesto, sí, pero no peligroso para la vida.
Síntomas Comunes de la Intolerancia a la Lactosa en Niños
Los síntomas suelen aparecer entre 30 minutos y 2 horas después de haber consumido algún alimento con lactosa. La intensidad varía mucho de un niño a otro, dependiendo de cuánta lactasa produzca su cuerpo y de la cantidad de lactosa que haya tomado.
Molestias Digestivas Evidentes
Son las señales más claras y directas. La fermentación de la lactosa en el colon es como una pequeña fábrica de gas y líquidos.
- Gases y flatulencia: Es uno de los síntomas más habituales y evidentes.
- Hinchazón y dolor abdominal: La tripa se siente tensa, como un globo, y duele por la acumulación de gases.
- Diarrea: La lactosa no digerida atrae agua hacia el intestino, lo que provoca heces más líquidas y ácidas. Esto a veces puede irritar la piel del culito del bebé.
- Ruidos intestinales: Se escuchan las «tripas rugir» (lo que los médicos llaman borborigmos) más de lo normal.
Dolor y Cólicos: ¿Son los Famosos Cólicos del Lactante?
Aquí entramos en un terreno que trae de cabeza a muchos padres. El llanto inconsolable de un bebé, especialmente por las tardes, se suele etiquetar rápidamente como cólícos del lactante. Y aunque los cólicos «típicos» son un cajón de sastre de causas desconocidas, en algunos casos, una intolerancia a la lactosa no diagnosticada podría estar detrás o, al menos, empeorando el cuadro.
Si el llanto y la irritabilidad de tu bebé se concentran sobre todo después de las tomas (ya sea pecho o biberón) y se acompaña de muchos gases o tripita hinchada, vale la pena comentárselo al pediatra. No siempre serán los cólícos del lactante sin más.
Otros Signos a Tener en Cuenta
Aunque menos frecuentes, también pueden aparecer náuseas y, en algunos casos, vómitos. El malestar general y la irritabilidad son consecuencias lógicas de no sentirse bien.
El Diagnóstico: ¿Cómo Saber si mi Hijo la Padece?
Lo primero y más importante: never autodiagnostiques a tu hijo ni le retires los lácteos por tu cuenta. El diagnóstico siempre debe hacerlo un pediatra, que es quien valorará los síntomas y decidirá los pasos a seguir. Quitar los lácteos sin supervisión puede llevar a carencias nutricionales, como la falta de calcio, vital para el crecimiento.
El Primer Paso: La Historia Clínica y la Dieta de Eliminación
El pediatra empezará por haceros muchas preguntas: qué síntomas tiene el niño, cuándo aparecen, qué ha comido, etc. Si la sospecha de intolerancia a la lactosa es alta, es muy probable que os proponga una dieta de exclusión.
Consiste en retirar por completo la lactosa de la alimentación del niño durante un par de semanas. Si los síntomas desaparecen como por arte de magia, es una señal muy potente. Después, se vuelve a introducir la lactosa para ver si los síntomas reaparecen. Si lo hacen, el diagnóstico es casi seguro.
Pruebas Médicas para Confirmar la Intolerancia a la Lactosa
A veces, para tener una confirmación definitiva, el médico puede solicitar alguna prueba específica.
- Test de hidrógeno espirado: Es la prueba más común y no es invasiva. El niño bebe un líquido con una cantidad controlada de lactosa. Durante las siguientes horas, tendrá que soplar varias veces en un aparatito que mide la cantidad de hidrógeno en su aliento. Si hay mucho hidrógeno, significa que las bacterias del colon están fermentando la lactosa que no se ha digerido. La Asociación Española de Pediatría (AEPED) ofrece información detallada y fiable sobre este tema que puedes consultar en su web para familias.
- Test de acidez en heces: Se utiliza más en bebés y niños muy pequeños, en los que el test de aliento es difícil de realizar. Se analiza una muestra de heces para medir su acidez, que aumenta cuando la lactosa no se absorbe bien.
Manejo de la Intolerancia: ¿Y Ahora Qué?
Un diagnóstico de intolerancia a la lactosa no es el fin del mundo, ni mucho menos. Es solo el principio de una nueva forma de organizar la alimentación.
Adaptando la Alimentación: Leche Materna y Lactancia Artificial
¿Qué pasa si mi bebé es muy pequeño y solo toma leche?
- Si toma lactancia materna: ¡No la dejes! La leche materna es el mejor alimento y se recomienda continuar con ella. El pediatra puede recomendar añadir unas gotitas de enzima lactasa a la leche extraída o dárselas al bebé justo antes de la toma para ayudarle a digerir la lactosa.
- Si toma lactancia artificial: La solución es más sencilla. El pediatra te indicará que cambies a una fórmula especial. Existen opciones de lactancia artificial sin lactosa o con bajo contenido en lactosa que cubren todas las necesidades nutricionales del bebé.
Introduciendo Alimentos Sólidos y Vida Cotidiana
En niños más mayores, el manejo se centra en controlar la cantidad de lactosa que ingieren.
- No siempre es «todo o nada»: Muchos niños con intolerancia pueden tolerar pequeñas cantidades de lactosa sin tener síntomas. El yogur y los quesos curados, al estar fermentados, tienen menos lactosa y suelen sentar mejor.
- Aprender a leer etiquetas: Te convertirás en un experto en detectar palabras como «lactosa», «sólidos lácteos», «suero de leche», «leche en polvo»… La buena noticia es que hoy en día hay muchísimos productos «sin lactosa» en el supermercado.
- Asegurar el calcio: Si se reducen mucho los lácteos, hay que buscar el calcio en otros alimentos. Las bebidas vegetales enriquecidas (soja, avena, almendras), el brócoli, las espinacas, las sardinas en lata (con su espina), las legumbres y los frutos secos (si el niño ya tiene edad para tomarlos) son excelentes fuentes.
En definitiva, si sospechas que tu hijo puede tener una intolerancia a la lactosa, el camino es claro: observa, apunta y consulta siempre a tu pediatra. Con un buen diagnóstico y unas pautas claras, la tripa de tu peque dejará de ser un problema y la hora de la comida volverá a ser un momento feliz para todos.
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Preguntas Frecuentes
Q: ¿Mi hijo puede comer yogures o queso si es intolerante a la lactosa?
A: Sí, muchos niños con intolerancia a la lactosa pueden tolerar ciertas cantidades. Los yogures y los quesos curados suelen ser una buena opción, ya que el proceso de fermentación reduce su contenido de lactosa. La clave es introducirlos en pequeñas porciones y observar cómo reacciona el niño, ya que el nivel de tolerancia es diferente en cada caso.
Q: Si le quito la leche a mi hijo y sus síntomas mejoran, ¿es necesario ir al pediatra?
A: Sí, es fundamental consultar siempre al pediatra. Aunque los síntomas mejoren, un profesional debe confirmar el diagnóstico para descartar otros problemas digestivos y, sobre todo, para asegurar que la nueva dieta cubra todas sus necesidades nutricionales, especialmente el aporte de calcio, que es vital para su crecimiento.
Q: ¿La intolerancia a la lactosa es peligrosa para mi hijo?
A: No, la intolerancia a la lactosa no es peligrosa. Es un problema digestivo que causa malestar (gases, dolor abdominal, diarrea), pero no pone en riesgo la vida del niño. Es muy diferente de la alergia a la proteína de la leche, que es una reacción inmunitaria y sí puede ser grave.