Dificultades con las matemáticas: Cómo despertar el interés y la pasión por los números

«Se me dan fatal las mates». ¿Te suena? Es una de las frases más repetidas en las aulas y en las sobremesas familiares. Parece que hay una línea invisible que divide a la humanidad entre «los de letras» y «los de ciencias», y que si caes del lado equivocado, estás condenado a una vida de lucha contra los números.

Pero, ¿y si te dijera que esa idea es, en gran parte, un mito? Las dificultades con las matemáticas son reales, por supuesto, pero rara vez tienen que ver con una incapacidad innata. La mayoría de las veces, el problema radica en cómo nos las han enseñado.

Si sientes que tu hijo o incluso tú mismo tenéis una relación complicada con esta asignatura, quédate. Vamos a desmontar algunos mitos y a darte herramientas prácticas y divertidas para hacer las paces con los números de una vez por todas.

¿Por qué las mates se nos «atragantan»?

Antes de buscar soluciones, es útil entender el origen del problema. Las matemáticas son, por naturaleza, abstractas. Hablamos de «5», «x» o «π», que no son más que símbolos que representan conceptos. Nuestro cerebro, especialmente el de un niño, está mucho más preparado para entender el mundo a través de los sentidos: lo que puede ver, tocar y manipular.

Cuando la enseñanza se centra únicamente en memorizar fórmulas y resolver operaciones en un papel, sin conectar con nada tangible, es normal que el cerebro de muchos diga: «esto no lo entiendo, no me interesa». Se crea una desconexión.

Además, una mala experiencia (un examen que salió mal, un profesor que nos ridiculizó) puede generar ansiedad matemática, un bloqueo emocional que nos impide pensar con claridad. Para superar estos obstáculos, es fundamental desarrollar la flexibilidad cognitiva, es decir, la capacidad de encontrar diferentes caminos para resolver un mismo problema, en lugar de aferrarse a un único método que no funciona.

Cambiando el chip: las matemáticas pueden ser divertidas

La clave para despertar el interés por las matemáticas es hacerlas concretas, relevantes y, sobre todo, divertidas. Se trata de sacarlas del libro de texto y traerlas al mundo real. ¿Cómo? Aquí tienes algunas ideas que funcionan de maravilla.

Jugar es la clave: el poder de lo manipulativo

La mejor forma de hacer tangible un concepto abstracto es a través de materiales que se puedan tocar, mover y experimentar. Olvídate por un momento de la ficha y el lápiz. Piensa en bloques de construcción, piezas de puzles, plastilina o incluso garbanzos.

Cuando un niño construye físicamente una suma (juntando 3 bloques y 2 bloques para ver que son 5) o una resta, el concepto se ancla en su cerebro de una manera mucho más profunda que si simplemente memoriza «3+2=5». Está viendo y sintiendo la operación. Esto no es solo para los más pequeños; visualizar problemas complejos con objetos ayuda a cualquier edad.

El método estrella: las regletas de Cuisenaire

Si hablamos de material manipulativo para matemáticas, hay unas reinas indiscutibles: las regletas de Cuisenaire. Si no las conoces, son un conjunto de barritas de madera o plástico de 10 tamaños y colores diferentes. La más pequeña (la blanca) representa el 1, la siguiente (roja) el 2, y así hasta la naranja, que representa el 10.

¿Por qué son tan potentes?
* Visualizan el número: El niño no solo ve el símbolo «4», sino que coge la regleta rosa que es el cuatro. Puede compararla con otras, ver que es más grande que la roja (2) y más pequeña que la amarilla (5).
* Hacen las operaciones tangibles: Sumar es juntar regletas. Restar es comparar sus longitudes. Las multiplicaciones se convierten en trenes de regletas iguales y las divisiones en ver cuántas veces cabe una regleta pequeña en una grande. ¡Incluso las temidas fracciones se vuelven intuitivas!
* Fomentan la autonomía y el descubrimiento: Las regletas de Cuisenaire invitan a experimentar. El niño puede descubrir por sí mismo, sin que nadie se lo diga, que la regleta del 2 y la del 3 juntas miden lo mismo que la del 5. Ese «¡ajá!» que surge del descubrimiento personal es mil veces más potente que cualquier explicación.

Incorporar las regletas de Cuisenaire en casa como un juego más es una de las mejores inversiones que puedes hacer para construir una base matemática sólida y positiva.

Conectando las mates con el mundo real

Otra estrategia fundamental es demostrar que las matemáticas no son algo que solo existe en el colegio. ¡Están por todas partes!

  • En la cocina: «Necesitamos medio kilo de harina. Si el paquete tiene un kilo, ¿cuánto tenemos que echar? Para hacer el doble de galletas, ¿cuántos huevos necesitamos?». Medidas, proporciones, fracciones… ¡Todo cocinando!
  • En el supermercado: «Esto cuesta 1,50 € y esto 2 €. ¿Cuál es más caro? Si tenemos 5 €, ¿nos llega para comprar las dos cosas?». Sumas, restas y estimaciones en un contexto real.
  • En los videojuegos: Muchos videojuegos populares se basan en la gestión de recursos, la estrategia y la probabilidad. Hablar con ellos sobre cómo optimizan sus recursos en Minecraft o calculan sus posibilidades en Fortnite es usar la lógica matemática en su terreno.

Desarrollando el pensamiento computacional desde pequeños

Este término puede sonar muy técnico, pero la idea es sencilla. El pensamiento computacional no es programar, sino la habilidad de enfrentarse a un problema complejo y descomponerlo en partes más pequeñas y manejables. Es buscar patrones, crear secuencias de pasos (algoritmos) y pensar de forma lógica.

¿Te suena? ¡Es exactamente lo que se necesita para resolver un problema matemático! Fomentar el pensamiento computacional a través de puzles, juegos de lógica o incluso sencillas apps de programación por bloques (como Scratch) entrena el cerebro para abordar los desafíos matemáticos con una estructura clara y ordenada. Como señala el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF), esta habilidad es transversal y fundamental en el siglo XXI.

Fomentar la mentalidad de crecimiento y la flexibilidad cognitiva

Por último, pero no menos importante, está el factor mental. La psicóloga Carol Dweck popularizó el concepto de «mentalidad de crecimiento». En resumen, se trata de entender que la inteligencia y las habilidades no son fijas, sino que se pueden desarrollar con esfuerzo y práctica.

Cambia el «no soy bueno en matemáticas» por el «todavía no he encontrado la forma de entender esto». Celebra el esfuerzo y el proceso, no solo el resultado correcto. Si un problema no sale, no es un fracaso, es una oportunidad para probar otra estrategia.

Aquí es donde vuelve a jugar un papel clave la flexibilidad cognitiva. Anima a tu hijo a buscar varias maneras de llegar a la misma solución. «¿Se te ocurre otra forma de calcularlo? ¿Y si lo dibujamos? ¿Y si usamos las regletas?». Al valorar diferentes enfoques, le estás enseñando que no hay un único camino correcto y que ser creativo también es parte de las matemáticas. Esta habilidad, según diversos estudios neuropsicológicos, es crucial para la resolución de problemas y la adaptación a nuevas situaciones.

Un nuevo comienzo con los números

Las dificultades con las matemáticas rara vez son una sentencia de por vida. Son, más bien, una señal de que el método no es el adecuado.

Al cambiar el enfoque de lo abstracto a lo concreto, de la memorización a la experimentación y del resultado al proceso, podemos transformar por completo la relación de un niño con los números. Herramientas como las regletas de Cuisenaire son fantásticas para hacerlo tangible, mientras que el desarrollo del pensamiento computacional y la flexibilidad cognitiva le darán las habilidades mentales para enfrentarse a cualquier reto.

Así que la próxima vez que oigas un «las mates se me dan fatal», sonríe. Sabes que no es el final del camino, sino el comienzo de una nueva aventura para descubrir el lado divertido, creativo y apasionante de los números.

Preguntas Frecuentes

Q: Mi hijo ya es mayor, ¿las regletas de Cuisenaire siguen siendo útiles o son solo para niños pequeños?

A: Aunque son excelentes para la iniciación, las regletas son potentes a cualquier edad. Permiten visualizar y manipular conceptos más complejos como las fracciones, las potencias, las raíces cuadradas e incluso ecuaciones algebraicas simples, haciendo que lo abstracto se vuelva tangible y comprensible.

Q: ¿Qué puedo decir exactamente cuando mi hijo insiste en que 'es malo para las mates'?

A: En lugar de negar su sentimiento, valídalo y reorienta la conversación. Prueba a decir: 'Entiendo que este problema te frustre, es un reto. Pero en lugar de pensar que eres malo, pensemos que 'todavía no hemos encontrado la estrategia correcta'. ¿Probamos a dibujarlo o a usar los bloques?' Esto cambia el foco de la identidad ('soy malo') a la acción ('busquemos otra forma').

Q: Para fomentar el pensamiento computacional, ¿necesito saber programar o tener conocimientos técnicos?

A: No, en absoluto. El pensamiento computacional es la habilidad de descomponer un problema grande en partes más pequeñas y lógicas. Puedes fomentarlo con actividades cotidianas: seguir los pasos de una receta, montar un set de LEGO, jugar a juegos de mesa de estrategia o resolver acertijos. Se trata de enseñar a pensar de forma estructurada, no de programar.

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